Estos beneficios son tanto para los niños sanos como para los enfermos. Cada vez se descubren más beneficios del ejercicio moderado para los niños que padecen asma, fibrosis quística, depresión, obesidad, incluso cáncer. El ejercicio estimula la producción de células madre, llamadas mesenquimales, que pueden reparar cualquier tejido lesionado. Los niños enfermos no solo pueden, sino que deben realizar ejercicio físico, dirigido bien por su pediatra o por un médico deportivo, al objeto de indicarle la mejor actividad para la enfermedad que padece.
Para todos, niños sanos o enfermos, padres sanos o con achaques, el ejercicio físico moderado y continuado aporta los siguientes beneficios:
- Aumenta la autoestima porque mejora la imagen que se tiene de uno mismo.
- Aumenta la confianza al alcanzar objetivos hasta entonces inalcanzables. Además, aumenta la sensación de pertenencia al grupo escolar, deportivo o familiar.
- Produce sensación de confort y bienestar porque se liberan endorfinas, unas sustancias naturales que el organismo produce para evitar el dolor. Las endorfinas son por ejemplo las que evitan el dolor inmediato después de una fractura de hueso.
- Mejora el funcionamiento y rendimiento del corazón, pulmón, músculos y también del cerebro, porque todos estos órganos se entrenan, aprenden a recibir más oxígeno y en consecuencia pueden responder mejor cuando se les demanda más rendimiento.
- Reduce la ansiedad y la depresión, facilita la comunicación y la sociabilidad y disminuye el estrés. Los niños y adultos que practican asiduamente deportes tienen casi la mitad de riesgo de sufrir depresión respecto a los que no lo hacen.
- Previene la obesidad, el acúmulo de grasa en las arterias y, en consecuencia, previene ya desde la infancia la arterioesclerosis, diabetes, obesidad, infarto de miocardio y de cerebro.
Aunque los padres utilizan con frecuencia justificaciones absurdas para no practicar ejercicio físico con sus hijos, como falta de tiempo, mala condición física o no disponer de espacios o instalaciones adecuadas, la verdad es que para andar, montar en bicicleta o trotar solo se necesita voluntad para vencer la pereza.
En otoño se celebran múltiples carreras populares, la mayoría de ellas pueden hacerse con poco entrenamiento, muchas incluso andando, en familia o con amigos. Los niños que finalizan una de estas carreras, con su madre o padre se sienten orgullosos, contentos, con la autoestima por las nubes. Los niños y adolescentes que participan, por ejemplo en la 'Carrera de la mujer', que se celebra en diferentes ciudades, muchas veces participan en grupos, con madres, incluso abuelas.-
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario