Quién no quiere ser feliz ? - Doctor Sonrisal - Red Latinoamericana Saludable



Quién no quiere ser feliz ? Sin lugar a dudas, todos, al margen de los resultados individuales o colectivos. La felicidad, como estado ideal, ha sido y continúa siendo motivo de reflexiones e investigaciones desde distintos ámbitos.
¿En qué consiste? ¿Qué hace feliz a la gente? ¿Es una sensación duradera? ¿Uno se puede entrenar para ser feliz, tener buena onda y ser optimista?
A pesar de los preconizadores del consumo, parece que la clave no está en tener dinero para comprar cosas. “Esto es lo que hay”, es la expresión actual que condensa la actitud de asumir el presente con determinadas características de bienes materiales y emocionales, y basta. Entonces, a disfrutarlo genuinamente, tal como es, sin preocuparse por lo que piensen otros o impongan las “tendencias”.
La actitud asociada con la felicidad y la posibilidad de disfrutar, es el optimismo. Por eso, frente a “lo que hay”, el optimista buscará el lado positivo –no necesariamente conformista– y tendrá esperanzas en el futuro.
Para el pesimista, al contrario, sobre “lo que hay” siempre recae una mirada negativa y la conducta es de abulia, resignación y poca expectativa.
Justamente partiendo de esto, los sociólogos estadounidenses David Myers y Ed Diener investigaron estadísticamente las características comunes que tiene la gente que es feliz, no sólo porque lo siente, sino por la opinión que tienen otras personas. De ambas perspectivas, concluyeron que la persona feliz es cordial y optimista, tiene un elevado control sobre sí misma, buena tolerancia a las frustraciones, posee un profundo sentido ético y goza de una alta autoestima.

Arriba la salud

El optimismo es una actitud, una forma de ser que, según revelan distintos estudios, tiene además sus efectos positivos en la salud. Lo demuestra, por ejemplo, una investigación realizada por psicólogas de la Universidad de Kentucky y de Louiseville, sobre las expectativas de estudiantes de Derecho. Los optimistas elevan las defensas del sistema inmunológico, mientras que los pesimistas tienden a reducirlas.
Asimismo, cuando una persona se enferma gravemente o tiene que pasar por una cirugía, si es optimista, lo más probable es que su recuperación sea muy buena y más rápida.
El buen humor, por su parte, colabora en la generación de endorfinas; mientras que la tristeza, ansiedad e insomnio, disminuyen esa hormona.
La lucidez mental y por lo tanto, la habilidad para comprender y aprender se acrecientan con buen humor, ya que con este ánimo se fabrican más catecolaminas, que tienen sus efectos positivos en las actividades intelectuales.
“El estado placentero hace que haya mayor presencia de endorfinas, que actúan como analgésicos naturales, atenúan el dolor, tanto para las dolencias psíquicas como las biológicas”, asegura Katy Weimann, psicóloga y creadora de la Escuela de la Risa.
Diversas encuestas y estudios, reflejan que para poca gente el bienestar y la felicidad están en lo “imposible”. La mayoría sostiene que vivir en positivo es disfrutar de “los pequeños placeres de la vida común y corriente” y que ese goce sirve “para evitar enfermedades psicofísicas,    sobre todo la depresión”, indica Weimann.
Por lo tanto, concluye, “nutrirse cada día de una cuota de  optimismo y de buen humor, es salud”.
Pistas sencillas
¿Cómo podemos saber si estamos en el camino de la felicidad o si somos felices?, se pregunta Katy Weimann. Uno de los indicadores parece ser la capacidad para detenerse a disfrutar de las cosas sencillas (de esas que para otros son totalmente insignificantes) y de los hechos simples que suceden, sin ansiedad ni apuro por pasar a otra cosa que preocupa.
Sentirse en quietud y serenidad interior para dedicarse al esparcimiento, es un inconfundible indicador de que se sabe disfrutar; y la persona feliz disfruta de lo que tiene y de lo que es.
La felicidad es un estado de bienestar que se caracteriza por emociones que van desde la satisfacción, el placer, hasta un profundo e intenso júbilo, y por un deseo natural de que esa situación continúe.
Tomate tu tiempo
“La risa genuina, placentera, visceral e imparable, compartida con personas con las que se está a gusto, genera las mejores y más fuertes emociones positivas y esas emociones colorean la vida del que se ríe. Lo digo yo después de 10 años de compartir con tanta gente que reúne esas características”, dice con énfasis, Katy Weimann, creadora de la Escuela de la Risa.
Y recomienda:
. Pasar momentos de distensión y gozo saludables.
. Darle lugar al esparcimiento sin apuro por terminar tal o cual trabajo que preocupa.
. Reflexionar sobre los deberes y las limitaciones autoimpuestas al estilo de:  “si tuviera...”; “si se me diera tal cosa...”; “si fuera como fulano/a...”, etcétera.
- Evitar correr sin saber por qué ni para qué. “Si estamos en esas corridas, no tiene lugar la felicidad, la corren la ansiedad, el estrés, la angustia, el desasosiego interior”, explica la psicóloga.

La mejor noticia
Algunas personas exudan buena onda naturalmente y para las que no tienen esta condición innata, la buena noticia es que se puede aprender y practicar.
La clave está en “ponerle una gran carga afectiva a las cosas que uno hace: pasión y fuego en el pecho”, propone la psicóloga Weimann. Y agrega: “Hay que tener la mente ocupada con proyectos, planes, ponerle a la vida gozo, motivación y sentido”.
Aun en ambientes adversos, “una persona puede ser optimista y decidir salir de ese entorno sombrío y crearse uno mejor. Busca soluciones o solicita la ayuda pertinente”.

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