El paracaidista austríaco Felix Baumgartner logró una velocidad máxima de 834 millas o 1.342,74 km por hora, exactamente 1,24 veces la velocidad del sonido en su caída libre desde el espacio.- Foto: AFP
Baumgartner logró una velocidad máxima de 834 millas o 1.342,74 km por hora, exactamente 1,24 veces la velocidad del sonido informaron los organizadores del evento en rueda de prensa.
La velocidad, revelada unas horas después del salto sin precedentes, fue significativamente mayor que la dada anteriormente por una portavoz, quien la había ubicado en 706 millas por hora (1.136 km/h).
El experimentado paracaidista de 43 años de edad, estuvo en caída libre durante 4 minutos y 20 segundos antes de abrir su paracaídas, dijo el integrante de la misión de Red Bull Stratos Brian Utley.
Baumgartner relató cómo se sintió cuando saltó desde la cápsula que lo transportó a una altitud de 128.100 pies (39.045 metros) sobre el desierto del estado de Nuevo México, al sur de Estados Unidos.
"Cuando se está en la cima del mundo uno se siente tan humilde. Lo único que uno quiere es volver con vida" a tierra firme, dijo a periodistas en Roswell, base de la misión de lanzamiento.
Durante el ascenso en una cápsula impulsada por un globo aerostático y la posterior caída de ocho minutos, el austríaco batió varias marcas: el mayor ascenso en un globo aerostático tripulado, el salto al vacío desde mayor altura, perteneciente hasta ahora al ex coronel de la Fuerza Aérea estadounidense Joe Kittinger (31.333 metros en 1960), y la ruptura de la barrera del sonido.
Tras alcanzar la altura prevista, levemente por encima de los 39.000 metros y tras revisar que todas las condiciones para el salto se cumplieran, Baumgartner saltó al vacío y tras una decena de segundos alcanzó la velocidad máxima del trayecto.
Luego, el austriaco abrió su paracaídas y tocó tierra, donde fue recibido por un fotógrafo y otras personas que aterrizaron cerca con un helicóptero.
Durante el ascenso se registró un problema menor, consistente en una falla en uno de los calefactores de la placa frontal del casco de Baumgartner, que empañaba su visión. Sin embargo, tras sopesar las opciones, la misión decidió seguir adelante con el salto.
El mayor riesgo que enfrentaba el paracaidista, que hace varios años se entrenaba para este salto, era la posibilidad de girar fuera de control, lo que podría hacerle perder el conocimiento. Pero desde el momento en que saltó de la cápsula logró controlar su postura y mantener el control de la caída pese algunos tumbos.
Los riesgos eran considerables si se tiene en cuenta que si el traje especial presurizado que llevaba el austriaco se rompía, su sangre herviría debido a la presión extrema causada por la altitud.
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