Muchas veces un rasgo de humor servirá para salvaguardar el tesoro de la autoridad al no tener que ejercerla. El humor sirve para relajar un ambiente tenso y pone aceite lubricante al engranaje de la
autoridad.
No pensemos que debemos ser muy ocurrentes y graciosos, o que nos pasemos todo el día contándonos chistes. Pero buscar, de vez en cuando, frases amables y divertidas, comparaciones precisas y oportunas, y hasta tratar de imitar sus actitudes, puede servirnos para que ellos comprueben lo desfasado y hasta ridículo de muchos de sus comportamientos.
El ambiente risueño es propicio a la confianza y a la confidencia. Quizá así podamos entrar en intimidades que de otra forma nos serían vedadas. Además, el humorismo nos permite siempre una salida airosa en nuestras reprimendas o castigos: el humor es un signo visible de cariño, que se trasluce en el deseo de hacer llegar suavemente un mensaje.
En resumen....
Siempre hay "momentos tontos" a lo largo del día (viajes, colas en la tienda) que puedes aprovechar para hacer reír los hijos, recordando anécdotas divertidas, contando algún chiste, diciendo alguna
frase ocurrente...
Hay que enseñarles a disfrutar de las cosas sencillas y cotidianas presentes en la vida. Hacer de un simple paseo dominical toda una aventura, disfrutar de la conversación o de una cena... Para todo ello, hay que pasarlo bien en familia.
También hay que dejarles claro que la vida no es sólo reírse a todas horas; hay situaciones (visitas, momentos de descanso) en las que hay que saber comportarse, lo mismo que hay conversaciones serias (por ejemplo, sobre los estudios).
Por: Ricardo Regidor
http://www.mujer.com/comunicacion-y-relaciones-familiares/
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