Sentarse toda una tarde en un café a tomar algo y leer un libro. Sentarse a pasar la mañana en un área despejada. Caminar sin rumbo por una ciudad. Todas esas relajadas actividades no serían asociadas por muchos al turismo. Más bien, lo que se espera de un turista, apenas llega a un nuevo lugar, es que corra de un punto a otro, guía en mano, para conocer todos los sitios que pueda ubicar en la agenda. Se trata de una especie de carrera para completar casilleros, en donde muchas veces apenas si hay espacio para conocer esos lugares nuevos.
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Claro que el “slow travel” tiene sentido si podemos quedarnos varios días, al menos, en el sitio que vamos a visitar. O, mejor aún, cuando es nuestra segunda o tercera visita. En ese caso, nuestros recorridos nos ayudarán a profundizar el conocimiento sobre ese sitio que tanto nos gusta. La tendencia no es sólo parte de iniciativas personales; también hay muchas empresas que les recomiendan a sus empleados tomarse este tipo de vacaciones, para volver descansados a su trabajo y afrontar el resto del año. Incluso comenzamos a encontrar agencias de viaje especializadas en este tipo de recorridos “slow”.
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