Llegamos a la época del año en que una de las frases más dichas y escuchadas es “Que tus deseos se hagan realidad”.
Parece una frase hecha y ciertamente lo es. Sin embargo, la ciencia demuestra ya cómo esta frase contiene una certeza absoluta.
La certeza de esta frase se fundamenta en todas las conclusiones que la ciencia extrae y publica acerca del funcionamiento del maravilloso órgano del cerebro, en relación con nuestro sistema nervioso central.
Por un lado, sabemos que nuestro cerebro está lleno de sustancias químicas que fluyen o desaparecen en una relación muy directa con nuestros estados de ánimo y nuestro sistema emocional.
Cuando una persona siente miedo, preocupación o posee creencias que le limitan de una manera continuada, en nuestro cerebro se activan las zonas amigdalinas (que son los centros del miedo) que segregan a nuestra sangre una sustancia llamada cortisol, que se reparte por todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo.
El cortisol provoca decaimiento, desconfianza, falta de seguridad y desasosiego.
Quedarnos atrapados en estos estados es privarnos a nosotros mismos de la posibilidad de crecer, evolucionar y transformarnos en aquello que nunca creímos posible.
Por el contrario, si mantenemos un estado de ánimo fundamentado en el buen humor, la alegría y el sentimiento de que podemos conseguir aquello que deseamos, se activan otras zonas diferentes de nuestro cerebro que segregan a la sangre, a través del torrente sanguíneo, adrenalina y noradrenalina (sustancias que mantienen nuestro interés, nuestra sensación de vitalidad y nos invitan a explorar cosas nuevas), dopamina (que nos aporta la capacidad de enfocarnos, evitar distracciones y nos provoca una sensación de placer) y serotonina (hormona en relación directa con el buen estado de ánimo y que nos aporta una gran sensación de confianza ante los desafíos).
Estos estados de ánimo sustituyen a emociones negativas como el miedo y la desesperanza, por emociones positivas como la confianza y la ilusión.
La ilusión es hermana de la motivación y cuando estamos motivados activamos una parte de nuestro cerebro, el sistema límbico o cerebro emocional, el motor que cuando se activa propulsa nuestro intelecto y nos lanza a la acción.
Ya decía Séneca, tiempo ha, que no nos da miedo hacer las cosas porque sean difíciles, sino que las cosas son difíciles porque nos da miedo hacerlas.
Para convertir nuestros sueños en realidades, les proponemos 2 cosas:
Desarrollar la intuición.
Porque la intución se produce cuando nuestro cerebro procesa, a nivel inconsciente, todos los estímulos recibidos por nuestro sistema sensorial en una circunstancia determinada. Escuchen a su intuición e intégrenla con sus reflexiones sobre la cuestión. Se sorprenderán de la fuerza que posee nuestra intuición.
Negociaciones, selecciones de personal, comidas familiares; pueden aprovechar cualquier momento para escuchar a su intuición.
Visualizar nuestro sueño.
A nuestro cerebro le da igual si una situación se está viviendo o solamente se está pensando. Los circuitos cerebrales que se activan son exactamente los mismos en ambos casos. Si visualizamos nuestro sueño, nuestro cerebro nos ayudará poniéndose en marcha en dirección hacia él. Activaremos zonas cerebrales que nos aportarán hormonas a nuestro cuerpo para hacernos sentir confianza y seguridad.
Las visualizaciones son muy importantes y se utilizan en entrenamiento de deportistas de alto rendimiento, en procesos personales y organizacionales de motivación al cambio, etc. Es una herramienta sencilla, rápida y sin coste.
Y cuando visualicen su sueño y se crean que pueden conseguirlo, efectivamente así será.
Les deseamos, desde aquí, unas fiestas navideñas repletas de sonrisas, buen humor y momentos divertidos para guardar en el recuerdo.
Y nuestro deseo para el 2012 es que consigan convertir en realidades todos sus sueños y objetivos personales y profesionales.
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