Actualmente se le atribuye acción: emoliente, cicatrizante, coagulante, hidratante, antialérgica, desinfectante, atiinflamatoria, astringente, colerética y reguladora de la digestión.
El Aloe se administra oralmente bajo forma de bebida (zumo de las hojas, té de aloe) y en polvos y cápsulas. El Aloe actúa como purificante y desintoxicante, actuando sobre todo el aparato digestivo y penetrando en el tejido celular.
Elimina las células muertas de la piel, ayuda a regenerar el crecimiento de las nuevas y favorece la salud de los tejidos acelerando la curación.
Con frecuencia se descubren nuevas propiedades y usos para el Aloe, entre los que destacan ante sequedad y manchas de la piel, irritaciones cutáneas, quemaduras, acné, eccemas, verrugas, psoriasis, torceduras, esguinces, dolores reumáticos, artritis, úlceras bucales y gastroduodenales, gastritis y colon irritable.
Aplicada sobre quemaduras, el Aloe calma el dolor y reduce la posibilidad de infección. En cortes y heridas, detiene la hemorragia ya que cierra y cicatriza las heridas gracias a su poder astringente.
El Aloe es también útil en el tratamiento de herpes, lesiones radiológicas e infecciones de la piel.
También ayuda a curar las heridas del cuero cabelludo y le añade brillo.
Es tónico, purgante, estimulante de la formación y secreción de bilis y ayuda a eliminar parásitos intestinales. Estimula el apetito, facilita la digestión, favorece la función del hígado y reduce los gases. .
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