Este tipo de animales presentan mucho miedo. Cuando uno consigue tranquilizar a un animal de granja, se está tranquilizando también a sí mismo. Acariciar un conejo, una gallina o un cerdo puede resultar placentero, ya que no se suelen dejar acariciar más que si tienen confianza en uno. Y eso es muy bueno para personas tímidas, retraídas, con temores, introvertidas y que buscan expansión.
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