La Educación, un gran fracaso, Dario Salas Sommer - Doctor Sonrisal


EL FRACASO DE LA EDUCACIÓN

 Extrema pobreza, guerra, agotamiento de los recursos energeticos no renovables, calentamiento global, delincuencia, terrorismo, violencia, son obra del hombre y no de la naturaleza, evidencia clara de una dislocación mundial de la educación, centrada en un progreso material que excluye el desarrollo humano.
    Son muchos los que en el mundo poseen una buena educación formal; personas inteligentes que, paradójicamente, suelen comportarse de manera obtusa  cuando aplican sus conocimientos en la vida cotidiana. Sin importar la excelencia y cantidad de sus pergaminos académicos y el éxito en los temas formales de su respectiva profesión, lo cierto es que el hombre educado mantiene, al igual que el ignorante, una posición mental fragmentaria, comportándose como si hubiera naufragado en un pequeño islote de conocimiento que lo separara del resto del mundo.
 El éxito, en su más amplia acepción, involucra abrirse a una visión más amplia de la vida real que trascienda la información teórica de las aulas. Ningún profesional que se guíe estrictamente por lo aprendido en la universidad podrá ser exitoso en situaciones atípicas, que por lo visto abundan, a no ser que, obligado por circunstancias difíciles, se someta a una “reingeniería mental” más acorde con la realidad. Los programas de enseñanza, como es lógico, emanan del marco de lo conocido y aceptado, pero, desgraciadamente, los problemas mas graves del mundo subsisten porque no tienen solución conocida dentro del  esquema formal, y la pléyade de hombres inteligentes que trabaja para solucionar los conflictos de contaminación ambiental, extrema pobreza, hambre, delincuencia, analfabetismo, enfermedades catastróficas,  desocupación, agotamiento de recursos energéticos, guerra, y terrorismo, fracasa penosamente en el empeño de terminar con estas lacras porque emplea herramientas comunes para enfrentar situaciones de emergencia, como si un mecánico de aviación pretendiera reparar una falla mayor con una llave inglesa. Creo que uno de nuestros principales errores consiste en buscar soluciones típicas a problemas atípicos, y en algunos casos, limitarnos a copiar fórmulas aplicadas en otros lugares y épocas.Infortunadamente, la educación formal capacita a las personas mediante una clonación en gran escala del conocimiento disponible, por lo que la creatividad y originalidad no abundan cuando se precisa de un conocimiento no disponible para una situación desconocida o incontrolable.   Estoy convencido que a pesar del gran esfuerzo  educativo en el mundo la educación está en crisis, y que ha tenido éxito solamente en lo que atañe al aprendizaje teórico de materias tradicionales de índole cultural o profesional, pero no en la aplicación de este conocimiento en la solución de problemas crónicos. Persiste o aumenta la corrupción, depresión, stress,  drogadicción, falta de sentido de la vida y decadencia o ausencia de valores tradicionales como el honor, el acatamiento de la palabra empeñada, el mérito personal, y el respeto por el prójimo. El verdadero sentido del conocimiento reside en la capacidad de aplicarlo no solo en la satisfacción de necesidades básicas y obtención de metas personales sino también en la construcción de un mundo mejor.La capacitación educacional no suele estimular el desarrollo del criterio, el buen juicio, la ética, y la empatía con nuestros semejantes, ya que por lo general la inteligencia está al servicio de  pasiones y emociones descontroladas, y no de la racionalidad superior.La mente del alumno es programada desde el exterior por profesores que en su época fueron sometidos al mismo procedimiento autoritario de aprendizaje y “producción” en masa de personas debidamente socializadas que se comporten de acuerdo a lo que la sociedad y el Estado esperan, pagando sus impuestos sin protestar, consumiendo la mayor cantidad posible de bienes y servicios y comportándose en forma sumisa y obediente. Mediante este sistema de “pasar materia” no se alcanza, por lo general, la parte comprensiva, existiendo una alta  probabilidad de que nuestras mentes se conviertan en contenedoras de información autónoma, no subordinada al yo, con dinámica propia, emanada de su fuente de origen.Resultado: ocurre con desmesurada frecuencia que cada  sujeto actúa como un mero resonador de información foránea, interpretada erróneamente como “propia” en el sentido de “mis ideas”, “mis valores”, o “mis sentimientos”, al no percatarse de la condición alienante de estos mensajes, que provocan total desconexión con el yo esencial o propia mismidad. La educación formal no alienta el desarrollo de un estado de conciencia social y natural de índole superior, limitándose a formar personas que como en la alegoría platónica de la caverna sólo pueden ver y apreciar las sombras que los rodean y no las cosas como son a plena luz del sol. El conocimiento formal no tiene brújula ni sextante, condenándonos a vagar sin saber adonde vamos, porque carecemos de puntos de referencia sólidos de la realidad humana y natural, y no conocemos a ciencia cierta la dirección donde encontraremos el bien y la felicidad que buscamos, sin percatarnos que el camino está dentro de nosotros mismos. A decir verdad, el aprendizaje  subliminal al que estamos acostumbrados llena nuestros cerebros con información alienante  que pasa a controlar nuestra conducta, impulsándonos a vivir en un estado de aturdimiento parecido al de “duermevela” definido por los psicólogos, que se refiere a estar entre dormido y despierto, en estado crepuscular y escasa percepción de la realidad, persiguiendo sueños y fantasías que no conducen a ninguna parte. Esta anomalía funcional no es patrimonio de los ignorantes, por el contrario, es una plaga que afecta por igual a ricos y pobres; letrados e iletrados.En buenas cuentas, lo que da valor a nuestras vidas es el significado profundo del conocimiento y no su apariencia, pero la educación formal ignora como apoderarse del sentido esencial de las cosas, ambición primordial de los sabios de otros tiempos.No se nos enseña a pensar; no hay cursos para desarrollar la capacidad de atención voluntaria, que en la práctica apenas existe, siendo reemplazada por la atención cautivada por las sensaciones y estímulos externos. Tampoco se nos muestra como desarrollar el carácter y la voluntad, herramientas fundamentales para tener éxito en la vida. Al final, existe un problema central donde se originan todos los demás: la “anti educación” que nos hace naufragar en islas de conocimiento desconectadas de la realidad total. Por esta causa no logramos solucionar los problemas más candentes, ni tampoco acertar con las opciones correctas para alcanzar una real calidad de vida, basada en el  Ser más que en el Tener. 

Implementemos una educación que haga sustentable al individuo en su condición de real ser humano y, con toda seguridad, el mundo será también sustentable.

Dario Salas Sommer
Academia de Ciencias Raen, Federación Rusa



No hay comentarios:

Publicar un comentario