Capital Federal/Salta - La famosa maratonista norteamericana a la que le extirparon parte del cerebro se encuentra en nuestro país.
Por primera vez en el país, Diane participó esta mañana junto a Facundo Sosa -quees un abogado que incursionó en el deporte hace meses en su calidad de miemrbo del grupo PUMA- de “Endurance Challenge Argentina 2011”, una ultramaratón de montaña que se realizará en Salta organizada por la marca The North Face.
De paso por Argentina, donde competió en una ultra maratón en Salta, la corredora norteamericana Diane Van Deren, famosa por sus innumerables premios y por haber sido operada del cerebro para superar ataques de epilepsia, afirmó que “la mejor medicina es el buen humor”.
“Es muy común en ciudades grandes como Buenos Aires que cuando salga a correr me pierda. También me pasa ir a correr con la idea de hacer 20 kilómetros y terminar haciendo 40 porque me perdí u olvidé la meta, lo que me da más entrenamiento”, disparó a Télam entre risas Van Deren al ejemplificar algunas secuelas de la cirugía.
En 1997, la deportista aceptó realizarse una operación en la que le extirparon parte del lóbulo temporal derecho, cirugía que erradicó por completo los ataques de epilepsia aunque le ocasionó algunas secuelas en la memoria, sobre todo en la inmediata, y pérdida de algunas habilidades organizativas.
“Me cuesta leer los mapas, siempre olvido dónde estaciono el auto o, como te decía, cuando salgo a correr a la mañana a veces pierdo la dimensión de cuánto llevo afuera. Pero eso no me preocupa, de hecho me lo tomo a risa. La mejor medicina es el buen humor”, afirmó.
Antes de que le diagnosticaran epilepsia, Diane ya era jugadora de tenis profesional.
“Me entrenaban para ser un poco cabeza dura pero con el objetivo de ganar. Cuando me diagnosticaron la enfermedad lo tomé como un desafío y desde el principio quise ganarle”, aseguró la mujer de 52 años.
Vinculada desde muy pequeña al deporte, se volcó al tenis durante la adolescencia y fue seleccionada para el team Americano de Singles y para el Equipo Nacional de Dobles.
Tras finalizar el secundario recorrió Estados Unidos y Europa como jugadora profesional al tiempo que se casó y tuvo tres hijos.
Fue justamente cuando estaba embarazada del tercero de sus hijos que le diagnosticaron epilepsia.
“Durante diez años padecí ataques que no podía controlar con la medicación. Primero fueron esporádicos, pero luego comenzaron a repetirse con más frecuencia y llegué a tener cinco por semana”, recordó.
“Cuando iba a un doctor que me decía que no había nada para hacer, que tenía que seguir con la medicación, yo me daba media vuelta y buscaba otro”, afirmó.
Después de casi una década le plantearon que una operación podía solucionar el problema, aunque iba a dejar consecuencias.
“No lo dudé, sentía que no podía seguir como estaba, así que acepté la cirugía. Fue el mayor desafío de mi vida”, aseguró.
Durante los diez años que tuvo epilepsia, Diane corría como forma de evadir los ataques, lo que la llevó a desarrollar un entrenamiento intenso a la vez que disfrutar de esas travesías en contacto con la naturaleza.
Tras la operación comenzó a correr maratones, cada vez más extensas y con condiciones más extremas, lo que en la jerga deportiva se denominan “ultra maratones”.
En 2008 ganó una competencia llamada Yukon Arctic Ultra 300, una épica contra el frío extremo, la nieve profunda y la soledad, y al año siguiente fue la primera mujer en la historia en completar los casi 700 kilómetros de curso de la carrera.
Otra competencia extrema en la que participó fue el Iditarod Trail Invitational en Alaska, donde debió empujar un trineo con 20 kilos de equipo a través de 320 kilómetros, sin asistencia canina y a temperaturas bajo cero.
“Durante años no conté nada de mi problema, pero al recibir un premio como la mejor corredora del año, decidí que era hora de romper el silencio. A partir de entonces cuento siempre que puedo mi experiencia porque puede ayudar a otros a comprender que no hay nada que no puedas hacer”, aseguró Diane.
Y agregó recurriendo una vez más al humor: “mis colegas agradecieron que haya contado mi historia a la vez que se dieron cuenta de que no tenían que seguirme en las carreras porque corrían el riesgo de perderse”.
Apartándose de las bromas, la maratonista señaló que “es importante que las personas que tienen epilepsia aprendan a vivir con la enfermedad y que no te domine. Saber que si querés nadar, conducir o tirarte de un paracaídas sería conveniente que lo hicieras con alguien, pero no dejar de hacerlo”.
La deportista, quien vive en Sedalia (Colorado-Estado Unidos) con su esposo y sus tres hijos, se levanta todos los días a las cuatro de la mañana y luego de un completo desayuno se va a correr.
“La mañana es el mejor momento del día para entrenar y porque me llena de energía ver cómo el sol sale entre las montañas. Al mediodía regreso a casa y me pongo a trabajar con la computadora”, comentó al tiempo que confesó su escasa relación con la cocina.
De paso por primera vez en el país, Diane participará el sábado de “Endurance Challenge Argentina 2011”, una ultramaratón de montaña que se realizará en Salta organizada por la marca The North Face.
“Nunca pensé en retirarme. Siempre y cuando me sienta bien voy a seguir corriendo. Uno aprende a vivir el presente sin estar tan atento al futuro”, concluyó.
De paso por Argentina, donde competió en una ultra maratón en Salta, la corredora norteamericana Diane Van Deren, famosa por sus innumerables premios y por haber sido operada del cerebro para superar ataques de epilepsia, afirmó que “la mejor medicina es el buen humor”.
“Es muy común en ciudades grandes como Buenos Aires que cuando salga a correr me pierda. También me pasa ir a correr con la idea de hacer 20 kilómetros y terminar haciendo 40 porque me perdí u olvidé la meta, lo que me da más entrenamiento”, disparó a Télam entre risas Van Deren al ejemplificar algunas secuelas de la cirugía.
En 1997, la deportista aceptó realizarse una operación en la que le extirparon parte del lóbulo temporal derecho, cirugía que erradicó por completo los ataques de epilepsia aunque le ocasionó algunas secuelas en la memoria, sobre todo en la inmediata, y pérdida de algunas habilidades organizativas.
“Me cuesta leer los mapas, siempre olvido dónde estaciono el auto o, como te decía, cuando salgo a correr a la mañana a veces pierdo la dimensión de cuánto llevo afuera. Pero eso no me preocupa, de hecho me lo tomo a risa. La mejor medicina es el buen humor”, afirmó.
Antes de que le diagnosticaran epilepsia, Diane ya era jugadora de tenis profesional.
“Me entrenaban para ser un poco cabeza dura pero con el objetivo de ganar. Cuando me diagnosticaron la enfermedad lo tomé como un desafío y desde el principio quise ganarle”, aseguró la mujer de 52 años.
Vinculada desde muy pequeña al deporte, se volcó al tenis durante la adolescencia y fue seleccionada para el team Americano de Singles y para el Equipo Nacional de Dobles.
Tras finalizar el secundario recorrió Estados Unidos y Europa como jugadora profesional al tiempo que se casó y tuvo tres hijos.
Fue justamente cuando estaba embarazada del tercero de sus hijos que le diagnosticaron epilepsia.
“Durante diez años padecí ataques que no podía controlar con la medicación. Primero fueron esporádicos, pero luego comenzaron a repetirse con más frecuencia y llegué a tener cinco por semana”, recordó.
“Cuando iba a un doctor que me decía que no había nada para hacer, que tenía que seguir con la medicación, yo me daba media vuelta y buscaba otro”, afirmó.
Después de casi una década le plantearon que una operación podía solucionar el problema, aunque iba a dejar consecuencias.
“No lo dudé, sentía que no podía seguir como estaba, así que acepté la cirugía. Fue el mayor desafío de mi vida”, aseguró.
Durante los diez años que tuvo epilepsia, Diane corría como forma de evadir los ataques, lo que la llevó a desarrollar un entrenamiento intenso a la vez que disfrutar de esas travesías en contacto con la naturaleza.
Tras la operación comenzó a correr maratones, cada vez más extensas y con condiciones más extremas, lo que en la jerga deportiva se denominan “ultra maratones”.
En 2008 ganó una competencia llamada Yukon Arctic Ultra 300, una épica contra el frío extremo, la nieve profunda y la soledad, y al año siguiente fue la primera mujer en la historia en completar los casi 700 kilómetros de curso de la carrera.
Otra competencia extrema en la que participó fue el Iditarod Trail Invitational en Alaska, donde debió empujar un trineo con 20 kilos de equipo a través de 320 kilómetros, sin asistencia canina y a temperaturas bajo cero.
“Durante años no conté nada de mi problema, pero al recibir un premio como la mejor corredora del año, decidí que era hora de romper el silencio. A partir de entonces cuento siempre que puedo mi experiencia porque puede ayudar a otros a comprender que no hay nada que no puedas hacer”, aseguró Diane.
Y agregó recurriendo una vez más al humor: “mis colegas agradecieron que haya contado mi historia a la vez que se dieron cuenta de que no tenían que seguirme en las carreras porque corrían el riesgo de perderse”.
Apartándose de las bromas, la maratonista señaló que “es importante que las personas que tienen epilepsia aprendan a vivir con la enfermedad y que no te domine. Saber que si querés nadar, conducir o tirarte de un paracaídas sería conveniente que lo hicieras con alguien, pero no dejar de hacerlo”.
La deportista, quien vive en Sedalia (Colorado-Estado Unidos) con su esposo y sus tres hijos, se levanta todos los días a las cuatro de la mañana y luego de un completo desayuno se va a correr.
“La mañana es el mejor momento del día para entrenar y porque me llena de energía ver cómo el sol sale entre las montañas. Al mediodía regreso a casa y me pongo a trabajar con la computadora”, comentó al tiempo que confesó su escasa relación con la cocina.
De paso por primera vez en el país, Diane participará el sábado de “Endurance Challenge Argentina 2011”, una ultramaratón de montaña que se realizará en Salta organizada por la marca The North Face.
“Nunca pensé en retirarme. Siempre y cuando me sienta bien voy a seguir corriendo. Uno aprende a vivir el presente sin estar tan atento al futuro”, concluyó.
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