Educación a Través Del Buen Humor - Doctor Sonrisal - Red Latinoamericana Saludable

¿Sabía usted que puede educar a su hijo con chistes? No es broma. Se ha comprobado que los chistes y las payasadas ayudan a los niños a relacionarse con los demás a la vez que beneficia a su salud. Reírse ayuda a calmar los nervios y eleva la autoestima. El humor de los niños evoluciona a medida que van creciendo. Al principio encuentran gracioso los golpes, las caídas, escenas de películas, pero, ahora que han crecido un poco comienzan a comprender las reglas del lenguaje y su ambigüedad.
Hay temas que todavía un niño no asimila del todo, tales como la sexualidad y hasta el tema de las heces fecales. Es por eso que recurre a hacer chistes sobre genitales y excremento para superar la vergüenza que le provoca dichos temas. También es normal escucharlos frecuentemente hacer bromas relacionadas a los gases, la popó, el pipí. Esto es transitorio y no debe preocuparle pues es parte del aprendizaje. Pero, si los chistes relacionados a gases se hacen más frecuentes que de costumbre, entonces explíquele sutilmente que hacer esos comentarios no tiene gracia.
Los niños recurren a los chistes y bromas como método para llamar la atención de mami y papi. Les cuesta entender que ya están creciendo, se van haciendo grandes y la atención no es la misma que recibían cuando eran unos bebés. Les resulta difícil expresarse de otra manera y con sus bromas llamarán la atención de quien sea y como sea. Por lo tanto, los padres deben hacerles saber a sus hijos que ellos y otras personas valoran cualidades tales como su bondad, cariño e inteligencia.
Pero, no solo en la casa los niños manifiestan su humor para llamar la atención. También lo hacen en la escuela. Y es que los niños desean ser aceptados, al igual que los adultos, en un círculo social. La forma que usan para tener la aceptación de sus compañeritos es mostrando su lado cómico.
El humor es utilizado también para ocultar otros sentimientos que no nos atrevemos a expresar. Los niños hacen igual. Pueden recurrir demasiado y en momentos poco oportunos a utilizar su humor para comunicar indirectamente algo que les ocurre y no lo desean expresar o no saben de que modo hacerlo. Para poder descifrar lo que le ocurre a su niño, escuche atentamente los temas recurrentes a la hora de bromear.
Recuerde, una broma funciona mejor que un sermón. Se puede bajar el tono de voz cuando regaña y convertirlo en algo divertido. De esta manera el niño asume su error sin frustrarse. Un padre o madre capaz de lograrlo tiene muchos puntos para convencer a su hijo de cualquier cosa.

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