En lo mental se alberga uno de los mayores agujeros por donde perdemos energía. Los pensamientos negativos, autolimitantes, la crítica, la queja, el pesimismo, la desconfianza, los temores nos bloquean y contraen, impidiendo el libre flujo de energía.
Cualquier pensamiento es sólo una interpretación de la realidad, por tanto relativo; debemos ser prácticos y dejar de alimentar pensamientos que sólo producen daño y nos llenan de ruido la cabeza. Poca perspicacia y capacidad de actuación podemos conservar cuando la atención se gasta en sostener parásitos dañinos en nuestro interior.
Como los cambios se realizan gesto a gesto, en cada momento, empecemos a tratarnos bien, dando espacio a los pensamientos que nos insuflan entusiasmo y abren el corazón en sustitución de los dañinos.
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