Cuando nos reímos de un chiste sucede algo extraordinario. Aproximadamente dos segundos después de escucharlo se activan ciertas áreas de la corteza cerebral responsables del recuerdo y la memoria. Es decir que, para poder reírnos, debemos poder recordar el comienzo de la broma.
Luego se activarían regiones cercanas al 'área de Broca', que conecta y da sentido al lenguaje, símbolos y signos. Cuando hemos entendido el chiste se produce una especie de fuego de artificio cerebral, como cuando nos enteramos de que ganamos la lotería.
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