Estamos acostumbrados a trabajar, en general, en ambientes de trabajo hostiles, donde la risa va asociada a pérdida de tiempo. Pocas cosas habrán tan agradables para los empleadores como comprobar que sus empleados están a gusto en sus puestos de trabajo.
Tener sentido del humor no implica ir contando chistes a todas horas o imitando a nuestro cómico favorito por los despachos, ni pretender ser graciosos continuamente. Es más bien una actitud positiva ante las cosas. Una forma diferente de contemplar la realidad que nos rodea. Ver los problemas desde otra perspectiva que nos ayude a encontrar soluciones más creativas.
Ya de pequeños nos acostumbran a que reír es malo y la seriedad buena. "Aprende de tu amigo Jorge. Mira qué serio y formalito es. A este paso, no serás nada en la vida”.
El humor nos ayuda a crear ambientes más relajados y favorecedores para la solución de conflictos y el establecimiento de una comunicación más fluida.
Son muchas las empresas que empiezan a valorar en sus procesos de selección de directivos el sentido de humor. Y esto no es algo nuevo o una aparente moda pasajera. Henri de Mondeville (1260-1320), profesor de cirugía, era consciente de que el humor favorecía la recuperación de sus pacientes y procuraba mantenerlos alejados de preocupaciones.
Si pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en el trabajo, ¿por qué no hacerlo más agradable? Por supuesto aplicando el "reírse con" en lugar del "reírse de".
Nuestras empresas son importantes. También lo son nuestros clientes y, sobre todo, nuestros clientes internos, los empleados. Apliquemos y usemos adecuadamente el sentido del humor con todos ellos, y nuestro trabajo será más agradable.
daseinenchile |
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