Trabajo y felicidad… ¿pueden estas dos palabras ir auténticamente juntas? La mayoría de la gente nunca pensó en ellas en forma combinada. De hecho, con sólo pensar que el domingo se termina y el lunes hay que ir a la oficina, ya es suficiente para que muchos se hundan casi en la depresión.
Nos hemos acostumbrado a dar por sentado que el trabajo no es divertido, que es difícil, y que es algo que tenemos que hacer por obligación. Pero… ¿y si cambiamos esa cantilena? ¿Qué tal si el trabajo se volviera una extensión de lo que somos y de lo que son nuestra vida, nuestra misión y nuestra escala de valores, en vez de ser sólo una manera aburrida de ganarnos el pan de cada día?
Las empresas que están adoptando este nuevo concepto en seguida se dan cuenta de que, en parte, es responsabilidad de la organización brindar a sus empleados un ámbito y una cultura laboral que sean tanto amenos como placenteros. Ven los beneficios de estructurar el lugar de trabajo para convertirlo en un sitio al que dé placer llegar por la mañana, y toman nota de las economías que se generan en cuanto a renovación de mano de obra, estado de ánimo de los empleados, presentismo y productividad.
El trabajo puede traer diversión, respeto y reconocimiento al ámbito laboral, creando un ambiente al que sea un placer llegar por la mañana. Hay varios elementos clave que cualquier organización puede empezar a utilizar ya mismo:
· Libertad: los empleados quieren contar con algo de libertad y flexibilidad en sus horarios de trabajo, a fin de equilibrar su vida laboral/hogareña.
· Persona integral: los empleados quieren llevar al trabajo sus personalidades, visiones, valores y talentos, y buscan una empresa que les permita compartir sus intereses de vida además de sus intereses laborales.
· Comunicación profunda: un ámbito en el que se escuchen y reconozcan las necesidades y los sentimientos de los empleados.
· Formar parte de algo: conocer con claridad la visión, los objetivos y las expectativas de la empresa, y sentir que tienen allí su lugar.
· Recompensas: ser reconocidos por su desempeño y productividad, no sólo por el tiempo que pasan trabajando.
· Confianza: trabajar en un ambiente en el que se creen relaciones y se perciba la buena voluntad.
· Inquietudes: poder preguntar al empleador todo lo que tenga que ver con suposiciones, políticas y cambios, y que se acepten las soluciones creativas generadas por los empleados.
Cuando los empleados pueden ver que los gerentes y líderes de su organización viven este sistema, en seguida sienten respeto, se sienten respetados y energizados. De hecho, se sienten revitalizados y, en vez de no tener ganas de ir a trabajar, piensan con entusiasmo en lo que habrá de depararles el lunes. Se lanzan de lleno a su tarea, a la que ahora consideran una parte disfrutable de sus vidas en vez de una carga que sobrellevar para poder ganarse la vida.
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